La democracia burguesa es un circo en el que los números circenses están a cargo de tres troupes variopintas. Por un lado están los políticos propiamente dichos; por otro, los clérigos propiamente dichos que no son más que políticos disfrazados de fantoches; y luego están los periodistas propiamente dichos que son una mezcla de políticos, de clérigos y de fantoches de paisano encargados de glosar para nosotros, los bobos, las peleas entre políticos o entre fantoches y políticos.
Los políticos son funambulistas que se mecen en el hilo hasta que caen. Los clérigos son los domadores de fieras. Antes éstas eran los súbditos; ahora son los gobernantes a quienes los clérigos quieren domesticar. Y los periodistas son los prestigitadores que ocultan o velan la basura de los políticos, de las instituciones, de las policías, de los ejércitos y de la monarquía, y brindan al pueblo toda suerte de frivolidades, de belenesteban y de rifirrafes disparatados entre políticos indeseables y políticos amantes de las medias tintas.
Como sabemos Roma daba al pueblo pan y circo, y
En
Y luego están los payasos. Los payasos son los primeros mandatarios del G9. Y todavía hay un tonto del capirote amancebado al G9 que está estos días entre Santiago y Barcelona. ¡Viva el circo mundial y cierra España!
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