sábado, 9 de mayo de 2020

Periodismo y coronavirus


PERIODISMO Y CORONAVIRUS

Si acepta el lector como premisa que la realidad”, lo que son sucesos sociales, esos de los que a diferencia de los naturales el ser humano es el protagonista, es el resultado del consenso de minorías (pues el ciudadano común no tiene ninguna posibilidad de verificar los hechos más que de una manera coyuntural o presencial), lo que digo a renglón seguido se entenderá mejor. Yo hago alusión somera aquí a la epistemología, fundamentos y métodos de conocimiento; a la naturaleza de las cosas y a la química del poder. Quien no comparta esta premisa, no siga leyendo...

Un seísmo, un tsunami o unas inundaciones son hechos naturales. Son tan ostensibles que al periodismo sólo le  incumbe relatar la noticia, ilustrándolos y respaldándolos si acaso de un modo gráfico. Al geólogo, al físico, al científico... si ha lugar, corresponde hablar de sus primeras impresiones; y al sociólogo y al historiador, tiempo después, relacionar el hecho natural catastrófico con las eventuales consecuencias sociales, económicas, etc. De una catástrofe se puede llegar a hacer incluso prosa poética. En el “Poema sobre el desastre de Lisboa”, el genio de Voltaire hace una reflexión filosófico-literaria sobre el terremoto de Lisboa de 1 de noviembre de 1755. Me permitiré decir algo sobre el hecho que me parece interesante: el 1 de noviembre de 1755, mientras se celebraban misas con decenas de miles de fieles por el católico Día de Todos los Santos en las cuarenta iglesias, los noventa conventos y los 130 oratorios con que contaba entonces la ciudad, sobrevino un terremoto de al menos 8,5 grados de la escala Richter. Según el periodista norteamericano Nicholas Shrady, autor del libro The Last Day, sobre esta hecatombe, “de todas las capitales, ésta era la que más se asemejaba a una ciudad de Dios en la tierra, que parecía el último lugar sobre el que se podía desatar la ira divina”, pues era una “ciudad rebosante de devoción” cuya céntrica plaza del Rossio servía para la quema de herejes por parte de la Inquisición… Hechos naturales como éste, que no precisan demostración pues en ellos o ante ellos, el ser humano es sujeto pasivo (salvo cuando pueda eventualmente media como causa posible de un seísmo el fracking o perforación de pozos petrolíferos), la “realidad”, no ofrece dudas. La realidad es ésa y no otra posible...

Pero la realidad sociológica y la realidad antropológica son de naturaleza bien diferente. Todo lo que sabemos sobre la fenomenología social, lo que cree saber el ser humano común lo sabe por “boca de ganso”; es decir, por lo que le llega vía del periodismo en conexión con los gabinetes de prensa de instituciones e institutos, o lo que le cuentan directamente los gobiernos a través de los medios de comunicación. Sobre los sucesos sociales ocurridos fuera del país, o de alcance mundial, exclusivamente por lo que el periodismo cuenta al mundo. Y a su vez, el periodismo de cada país sobre hechos de repercusión mundial, lo que los medios de cada país reciben de las Agencias de noticias. En resumidas cuentas, como decía al principio, lo que sabemos es lo que nos cuentan. La confianza o desconfianza en quienes nos cuentan los hechos y cómo se hayan producido, quienes hayan participado y quiénes sean los responsables o en su caso culpables de lo sucedido es en adelante la materia de controversia por antonomasia en las sociedades democráticas burguesas. Se supone que ésa es la gran ventaja sobre la tiranía y las democracias populares...

Pero es preciso tener en cuenta este dato. Cuatro Agencias controlan la información que se genera en todo el mundo. Associated Press, de Estados Unidos. France Press, con sede en París. Reuters, británica, adquirida en 2008 por el canadiense Thompson, una de las personas más ricas del mundo, y DPA, alemana, colabora estrechamente con Associated Press estadounidense. Salvo para los profesionales, raramente las agencias de noticias están en el foco de la atención, pero son esenciales a efectos de lo que es una fuente directa de noticias en todo el mundo. Además pugnan por ser los primeros en “informar".

Es innecesario decir que estas agencias de noticias son empresas monopolistas y por tanto acaparan el mercado de la noticia. Y que además de formar una red monopolista forman parte del sistema de dominación. Es decir, no se informa desde el Tercer Mundo, sino desde Nueva Yorsk, Londres, París y Berlín. Desde allí se decide qué es noticia, cómo se presenta la noticia y en qué términos. No es casualidad que a pesar de ser los cuatro monopolios informativos, todos utilizan las mismas expresiones. Y su redacción está muy meditada, pues corrigen la primera versión de los corresponsales que las redactan.

 En la comunicación el tamaño es importante. Si una noticia aparece en primera plana es porque el acontecimiento es de relieve. Si un telediario dedica varios minutos a una noticia, amplifica su dimensión. Si repite la noticia durante varios días, atrae la atención de mucha gente y de otros medios. Si luego, además, organiza una tertulia o un debate sobre ello, magnifica el asunto.


Hay manifestaciones que los medios han decidido que no existen con la excusa de que la participación es ínfima. Sin embargo, hay minutos se silencio con apenas una docena de políticos y funcionarios a la puerta de los ayuntamientos que están en la portada de los telediarios http://asturbulla.org/index.php/politica/trampas-y-medios/31469-4-agencias-de-noticias-controlan-la-informacion-que-se-genera-en-todo-el-mundo


Si uno es propenso a la credulidad y otro es proclive a la incredulidad por carácter, por reiterados desengaños, por el desgaste de la edad o por cualquier otro motivo, afrontará cada uno lo que escucha o ve de una manera distinta.

Por todo esto digo, que la realidad es el pronuncimiento o el resultado de lo convenido por unas minorías. Pero no sólo en materia informativa, sino también cualquier otra materia: Medicina, Ciencia, Historia o Arte.

A partir de ahí, todo lo que no encaja en las versiones oficiales de los hechos no naturales, para el poder y para el crédulo, es una fake new o un bulo...

El caso, de rabiosa y prolongadísima actualidad, del coronavirus que trae en jaque al mundo entero, tiene en este aspecto un precedente colosal. La destrucción del TWC, las Torres Gemelas de Nueva York. No importó, que desde el primer momento, no por desconfiado ni por deseos de singularidad sino porque lo que en Derecho se llaman "piezas de convicción", lo que trataba de serlo mediática y oficialmente, no lo eran para mí. Pues observado todo con minuciosidad, no cuadraba la versión oficial de los hechos con detalles entre sí que no se podían ocultar más que silenciados en los medios oficiales. Luego, más adelante, investigaciones posteriores, de Michel Moore y otros periodistas corroboraron mis sospechas. El propio film de Moore Fahrenheit 9/11, galardonada en el Festival de Cannes con la Palma de Oro, si bien se limita a sostener que Bush utilizó el ataque a las Torres Gemelas para su propio beneficio político, contenía detalles que implícitamente le acusaban a él y a su aparato.

Sin embargo, desde el primer momento del impacto de los aviones en las TWC lo que prevaleció (como no podía ser de otro modo) fueron las explicaciones construidas pero descabelladas sobre lo acaecido dadas por el Departamento de Prensa de la Casa Blanca. La “realidad”, pues, fue la que difundieron al mundo el gobierno y las agencias de noticias que no tenían otra opción que contar lo que les había contado el gobierno Bush. No obstante pormenores sueltos enseguida conocidos, las contradicciones, las inencajables teselas del puzzle, las investigaciones de otros periodistas, las hipótesis y las conjeturas razonadas de quienes estudiaron el relato de la realidad oficial acerca de los autores posibles y de los propósitos que se supieron luego por deducción, no tuvieron ninguna relevancia a efectos prácticos. El caso es quea partir de 2011, la población de todos los países occidentales, casi podríamos decir del mundo entero, se ha visto sumida en un clima de temblor hacia el terrorismo islamista, de fobia, odio, desconfianza y rechazo del Islam y del islamismo y cualquiera puede ser detenido, torturado y condenado fácilmente por esa "causa". Y ésa, como en otros siglos o siempre, fue la intención, aparte el despliegue de numerosos aspectos, incluso económicos, ligados al affaire.

Algo similar sucede sobre la teoría de una Transición en España que se hizo suponer “limpia, de la dictadura a una democracia, en 1978. Algo similar sucedió en el atentado de Atocha de Madrid en 2011, en el que pugnaron dos versiones fruto de la inconsistencia habitual España de las "verdades" oficiales. Y algo muy similar, en fin, sucede ahora con ocasión de la efeméride de un virus que a principios del año en curso hizo acto de presencia en las naciones de todo el mundo.

En cualquiera de los avatares mencionados, en función de la premisa con la que empiezo este escrito, la "realidad", "es" la versión proclamada por la oficialidad. La que la inmensa mayoría acepta de buen grado, indiferente o resignada pero que no "es" si no la "verdad" que cuentan difusamente los gobiernos occidentales, los Centros de Inteligencia, las Agencias de noticias y los medios de comunicación. Hoy, la verdad indiscutible de una pandemia causada por el contagio fortuito de un bacilo. Lo que no impide que otros, otras minorías, afirmemos que en todos los casos enumerados, y por supuesto el que estamos viviendo, estamos ante manipulaciones complejas del Poder, desdoblado en el poder de los actores y el poder de quienes no se les opone. En definitiva, que la "realidad es la destilación de los acuerdos a los que, por activa o por pasiva, han llegado las minorías que dominan el planeta...

La prueba concluyente es que si el mundo cambia, para bien o para mal, nunca es por el deseo de mejorar la vida ni por pura racionalidad. Si el mundo cambia es, siempre, por razón de un acontecer traumático en el sistema económico y político ligados al mercantilismo y el capitalismo. Lo que nos queda por saber es si en este caso y sabiendo los ppresuntos autores de la pandemia que esto es así, es decir, que el mundo cambia sólo por traumas, estos la han provocado para producir unos efectos en el mundo que, pese a los daños colaterales, podrán ser preferibles como remedio, que la agonía de un sistema económico global que llevaba camino de sepultar  a la Humanidad...

Jaime Richart
Antropólogo y jurista
9 Mayo 2020   



viernes, 8 de mayo de 2020

Las gripes y el anciano



 Y digo en el titular las gripes en plural porque no creo que a estas alturas de la catástrofe quede alguien que no sepa que el virus, el natural de la gripe común, muta, y que por consiguiente puede hablarse con toda propiedad de gripes de distinta clase y de varios virus de la misma familia con efectos asimismo más o menos virulentos por eso, por ser mutantes. Lo que sin duda ha animado hace mucho tiempo a manipularlos los Laboratorios más avanzados del mundo, pero también los más temerarios...

¿De qué se puede escribir en tiempos de calamidades? Desde luego yo no de política, otra calamidad. Pero tampoco de Narrativa, pues aparte de que la narrativa no es el mío, vivir un pasaje de la historia como el presente, despoja de interés para el escritor cualquier argumento literario a menos que se relacione con el trance. Y si pensamos en la Poética, ¿quién se atreverá a escribir poesía, que tampoco es lo mío, en medio de un muladar o en un campo de batalla? No. Yo no puedo escribir de nada de eso. Pero tampoco me mueve interés alguno la crónica, que es historia o periodismo. Pues lo que ahora puede publicarse en medio de un océano de desgracias y de sospechas, no puede contarse y publicarse más que en línea con las versiones oficiales de los hechos, de los dramas y de las tragedias de cada día. Y eso ya lo hacen muy bien muchos. Yo me niego a competir con ellos. De modo que sólo me queda escribir, como anciano que soy, sobre la sospecha y hacer un vaticinio aproximado fácil sobre lo que en España nos espera: un futuro inminente mucho más dramático que el pretérito reciente y que el presente hasta la fecha, relativo a una economía española, no sé si también mundial, literalmente de postguerra.

Pues bien, desde que tengo uso de razón oía a mis padres decir que en España, todos los años, en invierno, la gripe y la neumonía se cobraban la vida de muchas personas, principalmente de personas mayores enfermos crónicos. Es decir, que unos años más agresiva y otros menos, la gripe era causa regular y natural de muerte. También en Europa. Al menos en Francia, donde mi madre tenía amistades pues parte de su educación la había recibido en Vitry le François. Y a lo largo de toda mi vida, hasta ayer, ésa ha sido la óptica recurrente acerca de la gripe; una enfermedad no mortal pero sí peligrosa, sobre todo a medida que se va avanzando en la edad, aunque yo no recuerdo haberla padecido más que una vez hasta la fecha. Por eso, no había médico que no recomendase al propenso a contraerla, tomar vitamina C preventivamente en otoño. Algunas temporadas presentaba la gripe mayor virulencia y entonces se extendía también más el contagio, convirtiéndose en epidemia. Este fue el caso de la Ébola, la Asiática, la Aviar o la Porcina. Y entonces se oía: "este año hay epidemia de gripe".

Pero en realidad, desde siempre la gripe y sus cepas han sido casi "normales"; un modo natural de “sanear” la vida de las poblaciones, casi una ley de biología. Si bien hay un precedente estremecedor: la gripe española de 1918; incorrectamente llamada así porque la prensa española entonces sin censura, dio cumplida cuenta de la gripe que hizo irrupción en Europa en el otoño, recién acabada la primera guerra mundial. A diferencia de otras epidemias de gripe que afectan principalmente a niños y ancianos, las víctimas de esa gripe fueron también jóvenes y adultos saludables, y animales, entre ellos perros y gatos. Se considera la pandemia más devastadora de la historia humana, ya que en solo un año mató entre 20 y 40 millones de personas. La imprecisión en la mortandad, dadas las condiciones generales reinantes entonces, es debida a la dificultad de obtener datos estadísticos fiables…
Ha transcurrido casi exactamente un siglo, y la pandemia de un virus gripal hace de 2020 otro año aciago como lo fue 1918. Y si entonces venía precedido de una guerra espantosa muy reciente que asoló a Europa y al mundo, la pandemia de este año viene precedida de una quiebra técnica económica que afecta también a todo el globo aunque no haya una institución mundial encargada de declarar urbi et orbe como la OMS las hecatombes de la economía; al menos la del sistema vertebrado por la economía capitalista neoliberal. El virus de esta temporada se ha extendido más allá de Europa y alcanza a todos los países del mundo con distintos efectos y distintas respuestas por parte de los gobiernos. A todo esto, el 11 de marzo del año en curso la OMS declara pandemia la "gripe", en la forma de coronavirus de la variante Covid19, de este año: otra modalidad de gripe con efectos clínicos extraños según la edad y constitución de los pacientes, que, aun dentro del principio de que no es la "lógica" lo que permite interpretar y tratar ninguna enfermedad, no encajan en unos mínimos de lógica común.

Pues bien, me puse a rebuscar el número de fallecidos por gripe y neumonía en España en años precedentes, y no me fue nada fácil la tarea. No había, o no encontré, estadísticas. Sólo una web, redaccionmedica.com, recoge los datos relativos al año 2018. Según ese sitio, en la temporada de ese año la gripe en España, a causa de los factores que favorecen el brote del virus -el frío y la humedad-,  se llevó a la tumba a 15.000 personas (cifra en realidad no demasiado lejos de los fallecidos oficialmente hasta hoy). A este respecto debo destacar, en primer lugar que cuando rebusqué la estadística de casos y fallecidos por gripe, no encontré la de años anteriores, tampoco en redaccionmedica.com. Pero no me extrañó que el dato de los 15.000 fallecidos en 2018 por gripe pasase sin pena ni gloria y que ningún medio se hiciese eco de ella, por lo antes dicho de la habitual criba cada año de la vida que hace esta enfermedad (lo que sí me extrañó es que se retirase de Internet poco después de que yo lo citase en artículos precedentes, esa página de redaccionmedica.com). Sin embargo, no sólo no fue declarada ese año pandemia alguna, sino que ni siquiera se habló de epidemia; no hubo revuelo, no hubo confinamientos y ni los medios dieron importancia al dato más allá de la que tuviese en el ámbito sanitario. En cambio, en el actual 2020, sin tenerse todavía idea del alcance de la gravedad del virus gripal, el de esta temporada, enseguida hubo una reacción en todos los países ante el hecho de haber sido  declarada pandemia por la OMS, en manos de un 82% de capital privado, y todos los gobiernos se aprestaron a tomar medidas preventivas muy extraordinarias. Y el español, a diferencia de otros europeos, adoptó medidas extremas en función del número de fallecidos por la real o supuesta propagación del virus. Cosa también extraña si lo comparamos con lo no sucedido en 2018. Entonces, en un país, España, tan acostumbrado el pueblo a obedecer, acobardado durante cuarenta años por una dictadura, no ha sido difícil la obediencia. Además, los términos sumamente alarmantes en que fueron decretadas las medidas de confinamiento, reforzadas por una campaña inusitada permanente de los medios de comunicación, tanto públicos como privados, las veinticuatro horas del día en más del mes y medio transcurrido, y en algunas Comunidades por la opresión de las policías y el ejército, no podía esperarse otra cosa que sumisión… por nuestro bien. También extraño si volvemos a compararlo con la cifra de 15.000 muertos en 2018, según redaccionmedica.com.

Por otra parte, veía yo el pasado día 27 de abril, en un periódico de tirada nacional, el siguiente cuadro:

 En España se han registrado hasta hoy 21.917 positivos, 24.275 fallecidos, 108.947 recuperados. En el mundo, 3.098.54 diagnosticados, 217.660 fallecidos  y  917.158 recuperados.

 Bien. Si un lector vive el confinamiento despavorido por el miedo al contagio y otro lector vive despreocupado razonablemente y además no asiste al espectáculo diario de las televisiones, tanto públicas como privadas, sobre el avatar, leerá de una manera distinta esas cifras y su comparación. El primero se detendrá en los guarismos porque ni ve ni quiere saber del asunto más allá de las mismos. Y eso lo sabe el medio que las publica o divulga. Lo único que sabe el medio es que ahora nada nos” puede (ni nos debe) interesar más. También sumamente extraño. Pues, de todos es sabido que el miedo y el pánico por sí mismos hacen estragos, tanto en el individuo por separado como en los colectivos en los que el pánico se contagia más rápidamente que la gripe, y sus efectos pueden ser exponencialmente funestos. Y también sabemos que una sola palabra por sí misma puede causar esos efectos en función de quien la diga y de las circunstancias en que las pronuncia. Decir al niño en tono de alarma ¡que viene el lobo! o, como se decía o se dice en los Países Bajos ¡que viene el duque de Alba¡ puede causarle un trauma. Decir un médico a su paciente desprevenido: "tienes cáncer", es robarle parte de su vida. Decir, en fin, ¡pandemia! es multiplicar el pánico por mil, y si todos los medios a diario y a todas horas se hacen eco de la noticia” de los contagiados y de los muertos, esa desafortunada decisión multiplica los efectos por un millón. ¿Estuvieron presentes entre los consejeros del gobierno sociólogos y psicólogos aventajados que valorasen el proceder de los medios de comunicación en relación a la salud y especialmente a la salud nerviosa y mental? Sin embargo, teniendo en cuenta que los fallecimientos son inexorables tanto en España como en el mundo en cualquier momento y lugar porque el ser humano todavía es mortal, el segundo se preguntará: primero ¿cuántos fallecidos hubo en España y en el mundo el pasado año en el mismo espacio de tiempo y entre las mismas fechas? Segundo ¿cuántos fallecidos hubo el pasado año, en el mismo espacio de tiempo y entre las mismas fechas por la gripe común? Esto ahora no nos consta. Habría que investigar en Google o en cualquier otro documento estadístico no virtual. Porque pudiera ser que la suma de fallecidos en España y en el mundo por gripe normal” y por neumonía normal” el pasado año, no fuese muy diferente. Pudiera ser que lo que altera la percepción e importancia de los fallecimientos es la etiqueta pandemia, no la realidad en sí del número total de fallecidos por enfermedades concomitantes con este virus. Para que se distinguiese esta” causa de fallecimiento como independiente del fallecimiento de las otras dos, es decir, de la gripe común y la neumonía, deberíamos conocer también cuántos en el mismo periodo de tiempo han fallecido por gripe común y por neumonía. Lo que complica mucho la cosa, pues da la impresión de que la inmensa mayoría de los fallecimientos por enfermedades respiratorias, se están metiendo en el mismo saco de los fallecidos por el Covid19. También extraño. También sospechoso.

Lo cierto es que hay muchas razones para la sospecha. El coronavirus es otra más de las modalidades de gripe, muy agresiva, pero a pesar de todo no parece llevar el camino de la gripe española de 1918 citada. Aquella se cebó en cuerpos sumamente debilitados por la guerra. La escasez de autodefensas por depauperación generalizada, debió ser la causa de la causa de la extraordinaria actividad de aquel virus. La prueba es que no se ha reproducido nada parecido, hasta hoy. Pero en los tiempos actuales, la desnutrición hay que descartarla. Si acaso puede ser la causa en la Residencias de ancianos privadas, donde se adivina su fantasma, pues muchas de ellas pertenecen a “fondos buitre” y lo privado no hace concesiones a otra cosa que no sea el beneficio...

En suma, todo apunta desde un principio a un tenebroso y solapado interés justo en potenciar la alarma y acobardar al pueblo.

Lo que asimismo es cierto es que no existe ni ha existido nunca antibiótico capaz de curar la gripe. Sólo las defensas naturales de cada organismo y el paso de aproximadamente de una semana a quince días en cama, terminan venciendo con suerte el proceso mórbido. De modo que si se insiste ahora en el intento de curar la gripe, sería para encontrar el antibiótico, el fármaco, el antídoto correcto que hasta ahora no ha sido hallado. Pero en modo alguno una vacuna es aconsejable por mucho que se hable de ella. En numerosos casos, algo que también sabemos los mayores, la vacuna contra el virus de la gripe causa en muchos organismos desarreglos, trastornos y efectos contrarios a los deseados. En buena medida porque muta. Y con mayor motivo si, como muchos sospechamos, el Covid19 tiene una estructura artificial deliberadamente  mutante.

 Otra cosa es que este virus pueda ser un producto artificial de laboratorio, y que además se haya fabricado con fines más allá de los experimentales virológicos. Porque entonces su efecto estaría controlado por sus fabricadores. Tambien esto entre de lleno en la sospecha. Pero tampoco, en otro plano del discernimiento, es extraño.  Pues lo mismo que la moral y la ética exigida en la vida de la paz no sirven para nada en tiempos de guerra, quienes están en las alturas de la sociedad mundial carecen de principios rectores de conciencia. Como si estuviesen en guerra permanente. Sólo se guían por el instinto del depredador sin apetito. Por eso, entre unas y otras cosas, insisto en que no debe extrañar la sospecha en torno a lo que está ocurriendo. No sólo lo que ocurre en los Centros de Salud y en el número de los que fallecen; y no sólo en lo que sucede en las Residencias de mayores, sino también en los bastidores de quienes gobiernan verdaderamente el mundo. Me refiero a esos que manejan, en lo fundamental, al títere político de turno de cada país. En cualquier caso la sospecha se agiganta. No sólo por los raros efectos que hacen suponer que estemos ante un virus producto de laboratorio, además dirigido a genes concretos, sino porque está asociado el trance a un sistema y a una economía de corte liberal por la que se rige el mundo que, desde 2008 viene dando señales de caminar a la quiebra final, si no está ya.

Periodistas notables, como el ruso Daniel Estulin, y otros españoles, y el Nobel de Medicina de 2018 japonés, que luego al parecer se desdijo, vienen asegurando con profusos y contrastados datos que el virus de este año no es natural y ha venido siendo ensayado desde hace años. Incluso el mismísimo biólogo francés, Luc Montagnier, de 87 años, Nobel de Medicina en 2008, afirmaba hace unos días que el coronavirus causante del Covid19 es de fabricación humana; es decir, una obra de ingeniería virológica que sólo puede tener una finalidad públicamente inconfesable…

Con ello no me resisto a la tentación de calificar como posiblemente desfigurado o falseado el número de los fallecidos exactamente atribuido a este virus. No me resisto a la tentación de calificar como sospechosa la declaración de pandemia. Y, sobre todo, no me resisto a la tentación de ver un extraño interés en engrandecer la acción letal de este virus, siendo así que la víctima principal es la población más vulnerable. Como siempre, la gripe se ha llevado por delante a los enfermos crónicos y a los ancianos sin defensas a quienes en muchísimos caos y desde hace mucho tiempo sólo les une un fino hilo a la vida. Y no me resisto a la tentación de pensar, en fin, que dado un sistema socioeconómico donde el pillaje, el materialismo superlativo y la ambición, al lado de la miseria, reinan y gobiernan, a nosotros, a los ancianos, va dirigido el virus de la gripe en esta oportunidad.

De momento, me atrevo a decir, para terminar dos cosas en el plan de vaticinio fácil al que me refería al principio: una, que debemos ir haciéndonos a la idea de que al final, como después de una guerra, nos espera un país devastado que hay que reconstruir; y otra, que los pensionistas que no hayamos sucumbido a este virus "inteligente" dirigido desde un laboratorio intencionadamente contra los mayores, ya podemos ir haciéndonos también a la idea de un recorte importante de nuestra pensión…

Resumiendo. La impresión del anciano se diversifica en los siguientes puntos:

1º el virus gripal de este año ha sido elaborado concienzudamente en el Laboratorio y está dirigido en un principio, aun con daños colaterales, como una flecha sólo a la ancianidad maltrecha, como punta de lanza para diezmar la población mundial, a lo que seguirán nuevos brotes con el mismo fin.

2º que la sospecha de su autoría se la reparten diversos personajes multimillonarios mundiales que poseen entre todos el 90º de la riqueza del planeta, bien por separado, bien congregados en el Club Bilderberg, Foro de Davos, etc., y bien para obtener extraordinarias ganancias a cuenta de las vacunas, bien por motivos de “piedad”, bien o mal entendida.

3º que todo apunta a que la movilización de todos los gobiernos alertando a la población sobre el virus de este año fue desigual; unos se anticiparon porque habían recibido el aviso antes de que la OMS declarase la pandemia, y otros esperaron a la declaración.

4ª que la economía mundial relativa a los países que están en la órbita del capitalismo neoliberal se encuentra en estado de quiebra técnica.

5º que la coincidencia del virus, sus estragos anómalos, reales o desvirtuados, y las reacciones preventivas desproporcionadas de algunos gobiernos, con esa quiebra no anunciada por ningún organismo pero cierta, apuntan a que durante el tiempo de los confinamientos y en otros casos de simples medidas relacionadas con el estado de alarma está teniendo lugar un intento de reorganización económica en los países del sistema aprovechando el aturdimiento general en todo el mundo.

6º que los países que no estén preparados para la autarquía, es decir, para el autoabastecimiento, acabarán sufriendo una hambruna de proporciones bíblicas como acaba de pronunciarse el jefe del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, David Beasley.

7º que como consecuencia del actual estado de cosas y el peor que se avista en el horizonte, se perfilan en todos los países gobiernos de extrema derecha.

 Jaime Richart
 Antropólogo y jurista
3 Mayo 2020