viernes, 28 de enero de 2022

Feminismos

 En todas las religiones monoteístas, en todas las ideologías y en todos los movimientos sociales, hay una vertiente del “ismo” buena y otra mala. Eso es lo que pasa con el feminismo. Hay dos clases de feminismo. Uno bueno y otro malo. Un feminismo equilibrado y justo por la larga historia de esfuerzos individuales y colectivos dirigidos a equilibrar el protagonismo entre el hombre y la mujer en las diferentes esferas y estructuras de la sociedad; es ese feminismo que aspira a que la vara de medir de los derechos, dignidad y retribuciones sea la misma para mujeres y para hombres, en igualdad de condiciones. Los primeros movimientos de los tiempos modernos, datan de mediados del siglo XIX en Francia.

 Se puede decir que este tipo de feminismo ha culminado su desarrollo con éxito en todas las sociedades occidentales. Lo que quede de él considerado como inoperante o fallido, se supone es ya residual. Pues no hay ser humano razonable que no lo comparta, no hay argumento alguno suficientemente sólido que debilite su sentido y su traducción a la praxis, no hay país en cuya legislación no esté más o menos presente ya y desde hace mucho, el reconocimiento de la más absoluta paridad entre el hombre y la mujer. La parte de las aspiraciones del movimiento que eventualmente no se haya hecho realidad, no depende de omisiones o deficiencias de las leyes o de las instituciones, sino de la historia, del nivel cultural y de civilidad de las poblaciones. En suma, de la idiosincrasia y circunstancias de cada nación.

 De otro lado hay un feminismo exacerbado, desestabilizador, abominable, en una sociedad ya de por sí convulsa como España que pretende suplantar el odioso y ancestral protagonismo y predominio en exclusiva del hombre en el desempeño de tareas y actividades de las que radicalmente la mujer estaba excluida, por el no menos odioso protagonismo y predominio exclusivo equivalentes de la mujer sobre el hombre.

 Es éste un feminismo que va mucho más allá de los legítimos fines del otro, produciendo un rechazo generalizado en la población en lugar de concitar adhesiones. Un feminismo que, sugiriendo un revanchismo de género y sin discriminar en las relaciones hombre-mujer, tilda de machista cualquier actitud del hombre que no sea la de su sometimiento a la mujer; convirtiéndose en su opuesto, es decir en la versión hembrista del machismo; un feminismo que ha llegado al absurdo de tratar de alterar la sintaxis y de socavar la estructura interna filológica de la lengua castellana para realzar absurdamente la figura femenina, a estas alturas de la historia; un feminismo, en fin, que no sólo no es tomado en serio entre la población aún progresista, sino que produce efectos contraproducentes en las ideologías de izquierdas pues concita en estas la sensación de tener ante sí a un movimiento paralelo social grotesco y ridículo,  una especie de conjura de mujeres en España que en la historia de la prevalencia del hombre sobre la mujer, busca el más mínimo pretexto para tratar la mujer al hombre a la baqueta.

 Por otro lado yo me pregunto qué pensarán, qué dirán los homólogos feministas de otros países que comparten el origen latino de su lengua con la española, a propósito de llevar tan lejos esa pretensión de las actuales feministas de revolcar el habla y la escritura españolas desdeñando el inclusivo y complicando considerablemente el manejo del idioma…

 Jaime Richart

 27 Enero 2022

 

martes, 25 de enero de 2022

El huevo de la serpiente

 Leo por ahí que unos 500 o 600 clones dotados de inteligencia artificial han sido creados para dominar a los dirigentes de toda clase: políticos, económicos, militares, religiosos, etc del mundo.

 Ni creo, ni creo que debamos dar crédito con los ojos y los oídos cerrados, a esto, y a nada. Porque problema añadido que nos embarga es un tumultuoso universo de noticias falsas que en nada se distinguen de las que pasan por verdaderas y creíbles, que nos obliga a considerar que tampoco de esta clase las hay. Porque no podemos considerar como tales a las salidas de las Agencias de información mundiales que dominan el asunto, y todos los medios de comunicación beben las fuentes de ellas. Pero sírvanos el dato de esos clones reales o imaginarios, y cuantos surjan en adelante de las profundidades de la imaginación para una cosa: prepararnos en lo posible para el sálvese quien pueda

 La derechización galopante de los gobiernos europeos que dejan atrás y en mantillas el socialismo degradado desde hace mucho, es otro dato sólido a tener en cuenta. De modo que, antes de que sintamos una enorme presión psicológica individual y colectiva por medidas político-sanitarias relativas al asunto del momento, el proceso de sometimiento gradual en intensidad y progresivo de las poblaciones vendrá determinado por el triunfo, en unos casos, y la consolidación, en otros, de las derechas y de la ultraderecha en el poder ejecutivo de las naciones que serán el huevo de la serpiente al ir transformándose luego fácilmente en poder militar por razones de excepcionalidad”…

 Hay tres pretextos claros para reconducir al planeta por donde quieren unos puñados de iluminados, de depravados o de aburridos de su existencia podrida por el dinero

 El primer pretexto es, la  demografía disparada; demografía que, de acuerdo a un sistema lamentable y torpe de mercado libre falso pero eficaz, los poderes del mundo han sido incapaces de controlar en función de los recursos de toda clase pese a la globalización o precisamente por culpa de ella.

 El segundo pretexto es la alta tasa de longevidad. La gran paradoja del siglo XXI y XX. Porque curiosamente ese logro ha sido perseguido por la ciencia de la gerontología durante decenios.

 El tercer pretexto es una convencional pandemia de tintes caóticos en su manejo por el poder político-sanitario. Pretexto a todas luces, porque las medidas gubernamentales a que el poder médico les ha forzado, no guardan ninguna proporción con los efectos colaterales en la salud pública y la economía individual, ni tampoco con lo efectos directos del número manipulado de fallecimientos.

 El cuarto pretexto también lo es, pero sólo parcialmente. El desastre climático -que no simple cambio climático- es otra excusa en parte porque, dando la impresión de estar siendo controlado el clima por medios tecnológicos desde hace lustros o decenios al igual que el propio virus que repentinamente ha puesto al mundo patas arriba, tiene una altas dosis de verosimilitud y de realidad natural, aunque no por el comportamiento del microbio al que no le afectan variables de temperatura, altitud o humedad que desde siempre han sepultado a destruido a todos los virus que atacan a las vías respiratorias.

 Verosimilitud ésta manifiesta, porque la saturación inequívoca de la biosfera es un hecho que nadie puede negar. Saturación originada por muchas causas, todas provenientes de la necia conducta humana. Pero no humana en el sentido de la responsabilidad de los miles de millones de humanos comunes que existen en el planeta. Sino conectada a la torpe conducta de los miles, centenares de miles o millones de dirigentes de los distintos planos de la vida pública y económica, que lo controlan descontroladamente. Control descontrolado, porque no han ejercido ese control para aminorar los desastres consecuencia de los abusos, sino para su enriquecimiento y sus ansias de poder. Pues es evidente que no han movido un solo dedo para combinar con inteligencia los efectos escandalosamente visibles, manifiestos y nocivos del progresotecnológico y de toda clase, con medidas previsoras y racionales que los fuesen amortiguando y ajustando a las proporciones debidas para evitarlos.

 Resumiendo, ¿qué confianza podemos tener, en fin, los seres humanos que no hemos perdido la cabeza por la degradación o por el pánico inducido, en gentes que desde toda la existencia de la Humanidad conocida no hicieron otra cosa que alternarse unos cuantos genios con infinitos actos de bestialidad?

 Jaime Richart

26 Enero 2022

sábado, 22 de enero de 2022

Los niñatos

 Dejémonos de cortesías, de lo políticamente correcto y de eufemismos. La sociedad humana y el planeta están a punto de estallar… Dejemos a un lado las tres cosas y reconozcamos que si hay una cosa clara en todo esto es, que seres humanos planearon primero y luego decidieron no dejar al azar el curso natural de la sociedad humana afectada por una cada vez más insoportable demografía y un cambio climático aniquilador que, tal como discurre todo, quién sabe si no viene agravado por ellos. En todo caso, sean quienes fueren los autores (llegado a este punto las cosas es indiferente pues nunca se encontrarán pruebas concluyentes y tampoco se constituirá un tribunal tipo Nuremberg para exigirles que rindan cuentas en términos de lo que se entiende por justicia penal), todo parece indicar que la abominación ya no tiene marcha atrás.

 El caso es que una organización criminal repartida por el mundo ha conseguido en marzo de 2019 la complicidad de epidemiólogos aburridos y de gobiernos compuestos de niñatos; epidemiólogos que ven el mundo y a la sociedad solo a través de un microscopio, y niñatos de la ignorancia propia de quienes viven ciegos por las ansias de poder y enredados en la erótica del poder. Ambos colectivos, epidemiólogos y gobernantes, por esas limitaciones del entendimiento son incapaces de pensar con frialdad en situaciones extremas, como pueden ser una guerra o  la colosal impostura que atravesamos y que envuelve a una pandemia, supuesta o real, y a ramificaciones concretadas en vacunas reales o supuestas, más bien lo último, y no han opuesto resistencia alguna a dejarse abducir por esa organización criminal en la sombra: han obedecido y visto ventajas, y punto.

 La dudosa catadura de esos niñatos no cobra importancia en el desempeño de la política y de la epidemiología en situación de “normalidad” en los asuntos habituales propios de la política habitual. Y no la tiene, o es secundaria, porque en realidad la mayor parte de quienes pertenecen a la clase política se parecen demasiado entre sí como para distinguirlos hasta que llega el momento de la prueba que es gobernar. Es entonces cuando descubrimos que vienen a ser una misma cosa. Puede que la mayor o menor tendencia a la rapiña propia, sobre todo de las naciones en que, como España, se encuentran en la fase anal de la democracia burguesa, marque las diferencias entre unos y otros bandos. Pero su misma calaña se hace ostensible cuando pasan de ser aspirantes a gobernar, a gobernar efectivamente. Eso lo presenciamos legislatura tras legislatura, década tras década. Todos prometen e incumplen y mienten porque saben bien que los poderes fácticos son una barrera infranqueable. Pero nunca renuncian. Prefieren la farsa y la mayoría no sabría qué hacer fuera de de la arena. Y ahí permanecen los gastos suntuarios, el despilfarro, el desprecio de la pobreza y, tarde o temprano el saqueo de las arcas públicas. Todo eso son las señas de identidad de los políticos. Razones por las que el filósofo Epicuro aconsejaba a sus discípulos de la Academia: ¡lejos de la política! Es proverbial, aunque no tiene consecuencias, que, en los asuntos de la política ordinaria, el modo de ver y de hacer las cosas los políticos choca con la percepción de la inmensa mayoría de la población y con su condición natural. Pero todo sigue igual.

 Por otra parte, en buena medida por la ceguera citada provocada por la ambición desmedida de poder, y también por su inmadurez (no hay ancianos en las instituciones) ambos especímenes, políticos y epidemiólogos, son ajenos a la verdadera naturaleza de las cosas, a los secretos de la vida y a las profundas motivaciones que anidan en la psique de los mayores, sea cual fuere su nivel de formación. Pero se permiten dar lecciones de vida a quienes les dejan muy atrás en edad. ¡Qué sabrán ellos! De modo que si no hubiera sido por la deliberada intención de que el pánico se apoderase de la población cuando los gobiernos y sus cooperadores necesarios, los medios de comunicación, el periodismo, pusieron en marcha un escandaloso e irracional estado de alarma que no se compadecía con los efectos colaterales que habrían de causar, la población anciana hubiese permanecido casi impertérrita ante una amenaza más pero no más peligrosa, en el ocaso de su vida. El apego a la vida, el interés por la vida van disminuyendo proporcionalmente a medida que se envejece. Por lo que llega un momento en que sabiendo positivamente que le queda poco tiempo de vida le es indiferente al anciano morir por una causa o por otra. Lo que desea por encima de todo es tranquilidad; esa tranquilidad que el poder político manejado por titiriteros le arrebató. El instinto de supervivencia está relacionado sólo con la reacción neurológica que vence a la pasividad en un momento puntual de peligro cierto de perder la vida. Pero lo único que desea el anciano es, mientras tiene movilidad, desenvolverse con libertad, y llegado el momento supremo no sufrir. En infinidad de casos late en su interior, primero un deseo vago y luego, poco a poco, un deseo firme de abandonar la vida. Y con mayor motivo cuando las condiciones naturales y los sufrimientos morales, entre los que se encuentra la soledad, acentúan considerablemente el desapego. Nada de esto tuvieron en cuenta los niñatos que propulsaron no un estado de alarma, sino un auténtico estado de pánico que reavivó el apego a la vida a millones de ancianos pero destrozándoles antes el ánimo, debilitando sus defensas inmunológicas naturales y desorientando de paso a toda la sociedad.

 En resumen, desde hace mucho monstruos del mundo de los vivientes viene tramando un plan para manejar la demografía. Y  hace poco pasaron a la acción. Esos políticos, esos epidemiólogos y esos criminales que financian el experimento a escala planetaria, son los niñatos que ignoran o quieren ignorar la condición y la naturaleza de los ancianos, para abusar de ellos y para desalojarles de las cuentas pasivas de los estados. Y como el resto de la población las ignora también, ni unos ni otros llegan a la comprensión, ni les interesa llegar, de los registros mentales y anímicos del anciano. De ahí la más absoluta confusión reinante. De ahí que aparenten unos y otros preocuparse por ellos, con pamplinas: la coartada perfecta para su trama criminal…

 20 Enero 2022

 

La dictadura médica

 La Medicina es un estrato de la sociedad muy peligroso. No es una excepción a la regla general de la corrupción subrepticia respecto al resto de los estamentos. Y es muy peligroso porque, mientras los demás (salvo el intocable estamento militar) están siempre bajo sospecha y hay mil ojos al acecho de la comisión del delito escondido bajos los pliegues de la solemnidad y la honestidad, la Medicina, los médicos y el poder médico sobrenadan en las sociedades precedidos de una convención, de un supuesto y del convencimiento generalizado en todas las poblaciones de occidente de que su papel, su oficio y su misión son los más desinteresados y excelsos de todos los posibles. Y aquí es donde se entierran las raíces de su peligro. Una percepción parecida, o exactamente igual, a la que se ha tenido durante siglos respecto al estamento clerical dedicado, en nombre de Dios, a la salud de las almas

 Por supuesto, como en todas las actividades humanas, hay de todo. Por supuesto que hay legiones de médicos que ejercen su profesión con el máximo celo, la máxima generosidad y dedicación a ayudar a los seres humanos. Pero, como en todo, siempre ha habido individuos practicantes de la Medicina que van más allá de los objetivos sanadores que se les atribuye. Individuos que han tomado otros caminos mucho más excitantes para ellos, con independencia de su ambición económica que quedaba en un segundo término. Me refiero a esos que han dado rienda suelta a otra tentación pavorosa: la del ejercicio del poder sobre los demás llevada a sus últimas consecuencias. De ahí en buena medida, la oposición a las Medicinas alternativas que no aprueban los Colegios. Y aún mucho más allá. En el campo de la psiquiatría no hay más que consultar a Foucault sobre las atrocidades cometidas en nombre de la Salud en siglos pasados. Y qué decir de tantos médicos nazis que en los años 1940 experimentaron bárbaramente con seres humanos…

 La dictadura de la Medicina es mil veces peor que una dictadura militar que, una vez consolidado el golpe de Estado, se asienta. La dictadura médica perdura a través del tiempo sin despertar nunca sospechas, por lo dicho de su exclusiva y supuesta noble dedicación. Mi visión mezcla de experiencias familiares, paciente observación e investigación, me permiten asegurar, con la misma desvergüenza y rotundidad que esos periodistas y esos medios que mienten con datos manipulados, que el mayor error que una persona puede cometer hoy día,s que nunca, sobre todo si es ya mayor, es internarse en un Hospital o en un Centro de Salud.

 No es este el sitio ni el momento para hacer una relación de casos atroces de la historia de la medicina sobre el comportamiento combinado entre el poder médico y el judicial. Pero lo cierto es que, si se conociesen masivamente de primera mano muchos de esos casos, el pánico y la indignación que desencadenaría en las naciones llevaría a estas a la revolución de toda la vida

11 Enero 2022

 

Otro enfrentamiento más en la sociedad española

 Por si fueran pocos los enfrentamientos seculares en la sociedad española, aquí tenemos uno nuevo desde hace prácticamente un año, que empieza a ser también abiertamente desestabilizador y muy grave…

A la gravísima y secular contienda en España entre creyentes acaudillados o respaldados por el poder, y ateos  temerarios por contumaces a quienes les esperaba la hoguera; al enfrentamiento ya también secular entre franquistas y comunistas a quienes por tales tienen estos a todos los que no están con ellos o su causa; al  no por más o menos larvada o subterránea pendencia que sitúa frente a frente a monárquicos (con todo su coro mediático y parte de los políticos que un día se declararon republicanos) y republicanos de convicción, se ha sumado otro enconamiento: el actual entre vacunados protegidos por el poder, a quienes nada garantiza la supuesta prevención, vuelven a contagiarse y también se mueren, y quienes responsablemente no quieren vacunarse y afrontan la suerte de su salud a pecho descubierto, eventualmente solo con mascarilla, con mínimo contacto social, vida sana y el refuerzo de vitaminas antivirales; en definitiva, “negacionistas” sin más, que es como que les llaman los otros, a quienes, reproduciéndose aquellas otras infames y seculares circunstancias, les espera la persecución de los poderes actuales, el médico-sanitario y su brazo armado el político, pero también la hostilidad exacerbada de la inmensa mayoría de los mutantes asustadizos o forzados por su condición de población activa…

Y pongo en espejo a ateos y creyentes, por un lado, y a “afirmacionistas” y “negacionistas”, por otro, porque la naturaleza de lo que se cree y en lo que se cree y de lo que no se cree y en lo que no se cree, es del mismo paño…

10 Enero 2022