La Medicina
es un estrato de la sociedad muy peligroso. No es una excepción a la regla general de la
corrupción subrepticia respecto al resto de los estamentos. Y es muy peligroso
porque, mientras los demás (salvo el intocable estamento militar) están siempre bajo sospecha y hay
mil ojos al acecho de la comisión del delito escondido bajos los pliegues de
la solemnidad y la honestidad, la Medicina, los médicos y el poder médico sobrenadan en las
sociedades precedidos de una convención, de un supuesto y del
convencimiento generalizado en todas las poblaciones de occidente de que su
papel, su oficio y su misión son los más desinteresados y excelsos de
todos los posibles. Y aquí es donde se entierran las raíces de su peligro. Una percepción parecida, o exactamente igual, a la que se ha tenido durante
siglos respecto al estamento clerical dedicado, en nombre de Dios, a la salud
de las almas…
Por supuesto, como en todas las actividades humanas, hay
de todo. Por supuesto que hay legiones de médicos que ejercen
su profesión con el máximo celo, la máxima generosidad y dedicación a ayudar a
los seres humanos. Pero, como en todo, siempre ha habido individuos
practicantes de la Medicina que van más allá de los objetivos sanadores que se les atribuye.
Individuos que han tomado otros caminos mucho más excitantes para ellos, con
independencia de su ambición económica que quedaba en un segundo término. Me
refiero a esos que han dado rienda suelta a otra tentación pavorosa: la del
ejercicio del poder sobre los demás llevada a sus últimas consecuencias. De ahí
en buena medida, la oposición a las Medicinas alternativas que no aprueban los Colegios. Y aún mucho más allá. En el campo de la psiquiatría no
hay más que consultar a Foucault sobre las atrocidades cometidas en nombre de
la Salud en siglos pasados. Y qué decir de tantos médicos nazis
que en los años 1940 experimentaron bárbaramente con seres humanos…
La dictadura de la Medicina es
mil veces peor que una dictadura militar que, una vez consolidado el golpe de
Estado, se asienta. La dictadura médica perdura a través del tiempo sin despertar nunca sospechas,
por lo dicho de su exclusiva y supuesta noble dedicación. Mi visión mezcla de experiencias
familiares, paciente observación e investigación, me permiten asegurar, con la misma desvergüenza y rotundidad que esos
periodistas y esos medios que mienten con datos manipulados, que el mayor error
que una persona puede cometer hoy día, más que nunca, sobre todo si es
ya mayor, es internarse en un Hospital o en un Centro de Salud.
No es este el sitio ni el momento para hacer una
relación de casos atroces de la historia de la medicina sobre el
comportamiento combinado entre el poder médico y el judicial. Pero lo
cierto es que, si se conociesen masivamente de primera mano muchos de esos
casos, el pánico y la indignación que desencadenaría en las naciones llevaría a estas a
la revolución de toda la vida…
11 Enero 2022
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