Es posible que a la hora de hacer estos juicios de valor, mi edad sea determinante. Pero no cambiarán mucho las cosas por el hecho de subestimarla. La refutación sólo habrá de venir por argumentos en línea con lo enseñado y aprendido bajo la enseñanza básica y superior en sumisión, en línea con la metodología del aprendizaje. Al final, la autonomía de la voluntad personal decidirá. Pero si se refuta será por la principia petitio, petición de principio, es decir, dar por demostrado en las premisas del silogismo precisamente lo que se pretende probar. Una clásica petición de principio de primaria era: para ser verdadera una Iglesia, ha de ser universal. Es así que la Iglesia católica es universal, luego es verdadera. En el presente caso la afirmación de que la sociedad es un zoológico, como decía, no puede refutarse salvo a través del prejuicio de la enseñanza y la metodología. Porque siendo como es el ser humano un animal racional, no debiera haber reparos en poner todo el énfasis en su naturaleza animal, considerando la racional esclava de ella.
Por ejemplo, aun necesaria, la política es una simple competición miserable de engaños. Y en algunas sociedades, como la española, los políticos ni siquiera la amenizan con ironía o con humor en las sesiones parlamentarias. Y la astucia, que es un artificio para engañar o para evitar el engaño, propio de la política, es entre los españoles demasiado burda o tosca como para que, al menos la ciudadanía despierta no descubra enseguida la maniobra. No se da la sorpresa. Es inaudita.
Y dentro ya de la racionalidad y de la
previsibilidad es preciso destacar que es imposible cambiar la realidad
ideológica, jurídica
o política, pues el
capitalismo reproduce métodos de producción que vician la ideología.
La patronal se opone al salario básico
anunciado, y pese a ello el Congreso intenta una ley. Consiguiendo su
promulgación se altera la realidad política y jurídica, pero sin la voluntad de
cumplirla no se produce ningún efecto. El sistema sancionador no es la
solución.
El nivel de una democracia se calcula por el
hecho de que toda la ciudadanía esté relativamente insatisfecha. En España
media sociedad está absolutamente insatisfecha, mientras la otra mitad rebosa
de satisfacción. Pésima señal. Entre los que están satisfechos son estos de la
patronal y en general quienes pagan salarios miserables. Por eso no sólo no
ayudan, es que son un lastre que merecen los peores deseos.
Y es que las infraestructuras, a las que pertenece el mundo laboral, influyen sobre las superestructuras cuyos principales actores son los
gobiernos. Es decir, dependiendo de cómo se organice la sociedad para producir
los bienes que necesita para vivir, así se construye
su marco jurídico,
político e ideológico. Pero no es posible desde la política en el
capitalismo modificar los principios reguladores. Es preciso modificar la
mentalidad de los agentes de las infraestructuras para que los de la
superestructura puedan regular a la sociedad. En España apenas pueden hacer
algo los agentes de la superestructura para cambiar, no ya las relaciones de
producción sino, lo que es más grave, la mentalidad que respecto a Europa es
asquerosamente obsoleta, y la animalidad social y políticamente hablando sigue
superando con creces a la racionalidad…
Jaime Richart
13 Febrero 2022