Con un sentido de la realidad no contaminado
por factores ajenos a dicho sentido, como la ilusión, el miedo, el deseo o el
ansia debemos prepararnos para un gobierno franquista con mayoría absoluta en
las próximas elecciones generales. Convendrá ir tomando posiciones…
La inteligencia no está, ni estará más
adelante, en tratar por todos los medios de evitarlo por vías regulares o clásicas de tiempos electorales, como la
propaganda y las campañas. Ya está escrito. En árabe, maktub. Y no habrá ningún modo de evitarlo, porque ya,
desde ese periodo que llamaron “transición modélica” de los años 1978, empezaron a
prepararse los “candidatos” en aquella y sucesivas fases sin
tener entonces la precisa idea de quienes serían los protagonistas. Lo
importante entonces era propulsar la ideología franquista de manera progresiva
y madurándola poco a poco. Mientras tanto las facciones del franquismo moderado
representado por los “conservadores” de la derecha, que necesitaban por
supuesto a Europa, a la CE y sus ayudas (aunque las directivas de ésta se las hayan pasado
sistemáticamente por el forro) hacían su agosto, expoliando al gusto las arcas públicas a lo
largo de los veinte o treinta años siguientes.
Clave de este proceso, que ya desde el día
siguiente era de fácil vaticinio, eran los siguientes datos: 1 mismo ejército, 2 mismos cuerpos policiales, 3 mismo
cuerpo judicial. Ninguno de los tres estamentos, y principalmente este último, pasaron por una especie de PCR ideológica que acreditase su mentalidad
democrática. Todos eran hijos, nietos o familiares de jueces, y así ha seguido
hasta ayer. Los pocos que entraron sin esos antecedentes y han tratado de
desmarcarse en sus sentencias del espíritu autoritario y autoritarista
tomándose en serio la Constitución y en general el espíritu de la ley, tarde o
temprano han sido expulsados, apartados o relegados de la judicatura. Pues el
cuerpo judicial, clave de todo sistema sociopolítico, no fue depurado. Ni
tampoco pasó por un proceso intensivo de democratización que invitase a
abandonar
ese espíritu franquista de la una, grande y libre que durante 40 años
había calado a la fuerza hasta los huesos, en todos aquellos que ostentaban
alguna clase de poder. Y nadie más que los jueces lo tenían, y lo tienen en
España, pues sin prácticamente, tanto entonces como ahora, vitalicios.
Por
otra parte, el periodismo no ha contribuido en absoluto a la democratización.
Se ha limitado a vigilar que se mantuviese a ultranza el bipartidismo
arremetiendo contra todo conato de radicalismo de izquierdas que lo socavase.
En estas condiciones ¿cómo podía esperarse algo distinto de lo que ha venido
sucediendo y sucederá? Por eso hablaba al principio acerca de la facilidad del
vaticinio, vista la estrategia o la trama, tras la muerte del dictador desde el
principio hasta hoy.
Esta
visión o percepción del sombrío panorama general lo mantuve desde la mañana en
que se aprobó la Constitución hasta la irrupción de un nuevo partido político
dispuesto a corregir o a desviar por el camino correcto a quienes se habían
manifestado como progresistas a ultranza, pero apenas materializaron en treinta
años otra progresía que la de la inercia de los tiempos y la adhesión de España
a la Comunidad Económica Europea. Pero en cuanto reparé en la suerte que le
esperaba a ese partido emergente y auténticamente socializante; en cuanto
presencié la reacción del periodismo dominante, regresé a los cuarteles de
invierno y del más patético desencanto que se pueda imaginar…
Todo ello explica en buena medida lo que ha
ido sucediendo año tras año. La derecha, y luego cuando ya se ha incorporado
sin tapujos la ultraderecha, no han hecho otra cosa desde 1978 que recurrir a
los tribunales toda ley, todo decreto, toda norma, desde el día siguiente cuando
la izquierda nominal se alternaba con ella. Pues tenía la certeza de que, por
el mismo conservadurismo franquista que compartían con los demandantes o
recurrentes, les iban a salir bien sus demandas y recursos. Sobre todo en los
asuntos cruciales. Como crucial fue y sigue siendo el procès catalán, o la benevolencia de la justicia
con los ladrones o los prevaricadores de la derecha.
Ahora la derecha sigue al parecer por delante
de la ultraderecha. Pero incluso en Europa los vientos soplan a favor de ésta. Sus correligionarios no tienen
prisa. Y de acuerdo con la paciencia técnica, ésa que supuso esperar el momento
oportuno a hacerse “necesarios” por su determinación militarista, en menos de dos años los vamos a tener en la Moncloa en
sus dos versiones del franquismo, el de los franquistas moderados y el de los franquistas emparentados con el fascismo y el
nazismo…
Jaime Richart
2 Febrero 2022
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